Silencios que suman

Estas fotos mías, tienen un punto en común y es que en todas ellas me sentía gorda. La primera foto, fue tomada en el año en que por primera vez una persona tuvo a bien decirme que mi cuerpo no era adecuado por gordo. Ese fue el año en que entendí que no tenía derecho a comer ciertos alimentos porque subían de peso, en el que además, pensé que debía vivir a dieta… 

 

Desde entonces, independientemente de mi talla, mi vida fue una pelea constante con mi cuerpo y particularmente con la comida; temerle, rechazarla pero obviamente al mismo tiempo necesitarla para vivir… Hice todas las dietas, los ayunos, probé masajes, productos milagro, siempre sintiendo que se lucraba con mi dolor, tuve TCA, bigorexia y todo para al final, volver al mismo punto de partida y muchas veces ganar más kilos. Así que unos años atrás decidí no volver a hacer una sola dieta más.

 


Lo “simpático” de todo ésto, es que cuando veo éstas y otra fotos mías en momentos que otros o yo misma me señalaba como gorda, que no me gustaba me tomaran fotos y escondía detrás de otros cuerpos el mío, tan pronto me “amenazaban” con una cámara, para que me taparan mi “prominente abdomen”, o usaba ropa holgada para tapar mis “lonjas”, la realidad es que no estaba gorda, incluso diría que estaba delgada o en mi peso.

 

Y sí, a fuerza de repetición me lo creí, me compré la idea de la gordura y como a mis 15 años, hubo un momento en que efectivamente comencé a subir de peso, a esconderme y renunciar a muchas cosas, a vivir, porque entendí que mi talla me hacía no merecedora de ellas.

 

Ésto por supuesto ha cambiado, porque desde hace unos pocos años, me he atrevido a ir por aquellos sueños que dejé en el camino y los voy construyendo poco a poco sin poner toda mi atención al tamaño de mi cuerpo o a lo que la gente piensa o deja de pensar de él, como siempre lo hice.

 

Con los años, a través de mi adoradísima psicóloga Aurora del Villar, supe de la nutrición intuitiva y comencé a investigar sobre ella. No cabe duda que cuando decides algo el universo te da respuestas y herramientas por montones.

 

Actualmente trabajo mi relación con la comida con mi queridísima Raquel Lobatón que me acompaña en este enorme reto de ver las cosas desde un enfoque muy diferente, más amoroso, compasivo y respetuoso conmigo y con mi cuerpo. No ha sido nada fácil, romper con todos los esquemas aprendidos y aún queda muchísimo por trabajar y procesar. Piano piano (como dice una muy querida amiga), pero voy avanzando…

 

Esta vez sin pausa, pero sin prisa… 

Pero la historía de la relación con mi cuerpo y mi proceso con la gordura, pronto lo abriré en otro espacio. Es algo para lo que no me había sentido preparada. Sin duda alguna, ha sido un duro, pero maravilloso maestro en el camino.

 

La intención en sí de este post y de compartirte un trocito de ésto que es muy personal, es para llamar a la reflexión sobre el impacto que tienen nuestras palabras en los demás, sobre todo cuando se trata de niños…

 

Pensamos que lo sabemos todo, que tenemos todas las respuestas y no es así. Tenemos las verdades que nos funcionan a nosotros y no por ello a los demás…

 

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